La primera yegua clonada en el país se llama Silvina Luna

 Como en la popular saga de “La Guerra de las Galaxias”, donde se crea un ejército de soldados iguales para salvar a la República contra los separatistas, los equipos de polo se encaminan a enfrentar clones para ganar un partido. La técnica es, cada vez menos, una trama restringida a la ciencia ficción, en la medida en que la tecnología –y el mercado– la instalan.

A las experiencias mundiales inauguradas por la oveja Dolly le siguieron versiones nacionales, como la ternera Pampa, en 2002, y el potrillo de raza criolla Ñandubay, en 2010. Detrás de esa experiencia, hace poco más de un mes, a pedido del polista Sebastián Merlos, nació en Buenos Aires la primera yegua de polo clonada de latinoamérica, Silvina Luna.

Según explicó a El Cronista Alejandro Aguado, CEO de la empresa creadora del clon, Kheiron, "se esperan nuevos nacimientos para el próximo año".

Si bien desde la compañía no quisieron dar cifras del costo de clonar a una yegua campeona, con la que Merlos jugó y que falleció tres meses antes del nacimiento de su clon, los números que mueve el mercado son notables.



Por caso, a mediados de año se pagó $ 335.000 por una yegua de polo en la Exposición Rural. Un caballo de polo puede superar los $ 600.000, y existen muchos ejemplares que ni siquiera tienen precio. En palabras de Aguado “comprar un caballo es comprar una ilusión, y tiene el precio que le quieras poner”.

Silvina Luna nació a días de que, por primera vez en la Argentina, un clon jugara un partido de polo. Se trata de la yegua “Show Me”, cuyo debut en el país vino de la mano de Adolfo Cambiaso, estrella nacional del deporte que brilla con La Dolfina. “Show Me”, al igual que varios de los clones equinos con los que cuenta Cambiaso, nació en los Estados Unidos.

La movida de la clonación de animales para mantener ‘vivos’ a los mejores caballos del polo seguirá en ascenso. Tanto que la Sociedad Rural Argentina (SRA), dueña de los registros genealógicos de la raza, está readaptando sus pruebas de laboratorio para detectar al animal cuando es clonado. Hoy, estos ejemplares están incorporados en esos registros pero los cambios vienen a cubrir una demanda en crecimiento.

La técnica, explica Aguado, no se replicará en los caballos de carrera al momento porque, para proteger la raza, la única forma aceptada de reproducción aceptada para los pura sangre es la natural.

Kheiron, empresa radicada en el Parque Austral, en Pilar, tardó dos años en lograr el clon. Primero se obtuvo una muestra de los tejidos de la yegua original y las células fueron cultivadas en el laboratorio y fusionadas con un óvulo al que le fue quitada la información genética.

Los embriones obtenidos fueron transferidos al útero de otra yegua y, tras 11 meses de gestación, nació la potranca, en un hospital de alta complejidad equina en Solís, Buenos Aires.

Del equipo que logró la clonación participó Ramiro Olivera, científico que fue parte de la clonación de Ñandubay hace tres años, que lograron entre la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba) y la firma Biosidus, también ‘creadora’ de Pampa. También trascendió que la yegua fue bautizada con ese nombre por la modelo y actriz argentina. 

Fuente: PrimiciasYa

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