Julio César Anastasia, mi amigo.




Germán Arrascaeta

Todo fue un poco absurdo: un golpe ocasional en un partido de fútbol reveló un tumor cerebral que descansaba sin manifestarse. Luego, éste se agravó y pasó lo que pasó. Sólo algo así de desconcertante pudo parar a Julio César Anastasia, uno de los frontman más enérgicos del rock cordobés, que falleció en la madrugada de ayer. Tenía 41 años.



Julio, "Julito", era una tromba. Vivió para y por el rock. No concebía el pasaje por este mundo sin un escenario dispuesto. Lo prueba el hecho de que al momento de su descompostura tenía actividad en tres bandas. En Electrosaurio, su proyecto personal, que estaba hecho de tecnorrock rabioso y dejó un disco intangible; en Rouge & Roll, una emblemática de banda hard, en la que colaboraba como vocalista y se aprestaba a grabar; y en Los Navarros, el grupo con el que saltó al estrellato a comienzos de los años de 1990 y en el que había recuperado su lugar apenas meses atrás.



Si bien a Los Navarros se la conoció como una banda de versiones que entretuvo al público universitario de décadas atrás, también trabajó con música inédita, al punto que dejó cuatro discos como legado; todos, en un registro entre el rock duro y el grunge. Pero el dato saliente de Los Navarros estaba en el carácter granítico que detentaban sus miembros, tanto en lo musical como en lo humano. Y el carisma de Julio, acompañado por una estampa fulgurante, daba garantías de buen espectáculo.



El viernes al mediodía, durante el sepelio, conmovió el abrazo entre Marcos Bima, Gustavo Giacomelli y Jorge Navarro, los compañeros históricos de Julito. También se acercaron a despedirlos músicos, plomos, productores. Todos.



Anastasia había empezado en el rock mucho antes de Los Navarros. La escena local de mediados de la década de 1980 fue testigo de sus comienzos como baterista en la banda new wave Gass, y de sus primeras armas como vocalista en La Banda del Coco y en El Final de los Árboles. En ambos puestos, brillaba. Otro dato curioso de su biografía: fue amigo personal de Rodrigo Bueno y puso a sus Navarros al servicio del Potro allá por 1990. Rodrigo siempre manifestó abiertamente su admiración por Julio, al punto que lo tomaba como una referencia insoslayable para aprender a moverse en escena.



Pero de Julito nos quedará mucho más que los laureles de su bio y su potente vibrato. Trascenderán sus modos de buen tipo y su energía para remarla más allá de las circunstancias. Batalló como pocos por un rock local respetado y respetable. Esa fue su lucha. Adiós, amigo.

Fuente: La Voz del Interior

4 comentarios:

  1. Pablo, se nota que sos una gran persona, un gran amigo y que tenés valores... la perdida de los amigos es un paso duro por el que alguna vez todos pasamos en esta vida, lo vemos como injusto, imposible e irreal, cómo sería cierto que aquel hermano de la vida,con quien compartiste tanto, no esté más.....injusto, increible... Siempre será tu amigo y lo llevarás en tu corazón.

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  2. Lamento mucho lo de tu amigo. Fuerza, Pablo, un beso a tu corazón

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  3. Fuerza Pablo!!!!! todos estamos con vos en este momento tan triste.

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  4. Animos, Pablito!!!!!!
    Te queremos!!
    Los amigos siguen en el alma!!
    Y te aseguro que no te abandonan!!!

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