¡¡Se casan!!




Chechu Bonelli se fue del país hace dos años para acompañar a su pareja, el futbolista Darío Cvitanich, en su carrera profesional. Hace 15 meses tuvieron a su hija Lupe y ya planean dar otro paso en la relación. "Me caso el 27 de diciembre en San Nicolás", le contó la modelo de 29 años a la revista Pronto.

"Consideramos que es un paso lindo a dar y pusimos la fecha. En toda pareja hay que ir renovando el amor día a día. Nosotros nos salteamos la etapa del casamiento y antes tuvimos una hija, pero es importante y nos pusimos de acuerdo. Yo soñaba con casarme en verano y elegimos el 27 de diciembre", explicó "Chechu".

En este caso, no hubo propuesta formal: "Se lo dije yo. Ya estaba hablado que nos íbamos a casar en algún momento y como el año que viene por ahí empezamos a buscar otro hijo, antes quería que nos casáramos. Va a ser una fiesta a nuestra altura, con amigos y familia, en mi ciudad. Ya reservamos el Hotel Colonial de San Nicolás, un lugar hermoso, con toda nuestra gente. Natalia Antolín me va a diseñar un vestido tradicional y contraté a una wedding planner que me está ayudando con todo: hicimos la degustación de la comida, fuimos a ver el lugar, reservamos el DJ, elegimos la tarjeta... Está todo encaminado".

Si bien podrían volver a la Argentina porque se especula con el regreso del jugador a Boca, por el momento viven en Niza, Francia: "Amo venir a la Argentina. Acá está nuestra gente y mi trabajo. Extrañamos mucho y cada vez que se acerca la fecha para volver, vamos tachando los días como los presos en la pared".

"Al principio fue muy duro. Convivo con una constante pelea interna sobre el sentido de pertenencia. Allá la vida es más organizada, segura, tranquila. Vivimos en un lugar muy lindo y está todo dado para que disfrutemos", comentó la modelo, que no pudo hacer demasiadas amistades en el exterior, pero encuentra cómo pasar su tiempo.

Bonelli fue a averiguar a una agencia de modelos y descubrió que era muy difícil porque los representantes se quedan con un 35 por ciento de las ganancias y el Estado se lleva otro 35 por ciento: "Mi necesidad de laburar no es económica sino mental. Allá no soy conocida y me pagan lo mismo que una chica que recién empieza. Eso es difícil de asumir".

Entonces optó por armarse un proyecto personal de trabajo, pero tampoco funcionó: "Me compré una máquina de coser y me armé un microemprendimiento de toallas y repasadores, me los cargué en un bolsito y los ofrecí en locales de Francia, pero me pedían papeles del Gobierno y decidí regalárselos a mis amigas".

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