La Mona, sueño cumplido.

Finalmente el día llegó. Luego de visitarlo como invitado de Julio Bocca y Jairo, Carlos "Mona" Jiménez pisó el escenario del Teatro del Libertador como máximo protagonista. Sucedió anoche, en ocasión de la presentación de Juan Carlos Jiménez Rufino, La Mona , la biografía que tuvo al periodista y escritor Jorge Cuadrado como filtro. Para el cuartetero era una cuenta pendiente brillar en nuestro máximo coliseo. Más de una vez dijo sentirse discriminado al no ser convocado por los referentes de la cultura oficial.




Anoche, ante un Libertador repleto por invitados especiales y público en general, esa deuda quedó saldada. Es que Jiménez no sólo reconstruyó su vida mediante un video y una charla con periodistas amigos, sino que fue reconocido por el poder político.

( La voz del Interior )

En efecto, el gobernador Juan Schiaretti le regaló unos gemelos durante la ceremonia y después lo invitó a cenar. Periodistas y políticos fueron algunos de los blancos elegidos por Jiménez en el libro. Al parecer, llegó la hora de pacificar. Claro que hay que exceptuar en este punto a Coquito Ramaló y a Tía Chela, empeñados en iniciar acciones legales por lo que contó el cantante sobre su experiencia en el Cuarteto de Oro.



También hay que excluir a Luis Juez; el ex intendente y actual senador que fue duramente castigado por el artista en declaraciones a Canal 12.



La velada. La gala de Jiménez comenzó a las 21.50. La demora fue lógica y soportable, ya que el hormigueo de las escalinatas tardó en apaciguarse. También había cierta expectativa por el arribo de Carlos Tevez, confeso fan de "la Mona", pero el futbolista del Manchester City faltó a la cita.



La presentación comenzó con un video retrospectivo, de nueve minutos, en el que se pudo ver fotografías de su niñez y adolescencia, postales de sus primeros tiempos en nuestra música regional, su consolidación como solista. Esa producción audiovisual (producida por Jorge Cuadrado y realizada por el binomio Freddy Bustos-David Vilchez), al cabo, fue un resumen del frondoso anecdotario que redondea el libro.



Luego llegó Mario Pereyra, muy aplaudido, quien antes de introducir a la estrella de la noche, se erigió como el animador de una suerte de living armado en el escenario.



Pereyra ofreció un breve parlamento sobre la magnitud de Carlitos Jiménez e inmediatamente se lo presentó al soberano. Y sí, se produjo la primera ovación. A ese espacio, algo así como "el living de Mario sobre la vida de Carlos", se sumaron Alfredo Leuco y Jorge Cuadrado.



El primero fue invitado porque fue un sostén editorial de Jiménez a mediados de los ´80, cuando el cantante fue duramente castigado por una actuación con incidentes en el Festival de Cosquín.



Por entonces, además de minimizar las culpas del cuartetero en una nota interpretativa, Leuco le dio un respaldo personal en un baile realizado en el microestadio de Atlanta, en Villa Crespo (Buenos Aires). Anoche, el periodista se jactó de no haber perdido la tonada cordobesa y comparó el hecho de que Carlitos actúe en el Libertador con el Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria de 1918. "Un dolor menos es una libertad más", parafraseó Leuco.



A su turno, Cuadrado comentó cómo realizó su trabajo documental y qué lo llevó a escribir sobre Carlos, entre otros aspectos relacionados al proceso de convertir a la palabra "dicha" en palabra "escrita".



Una sorpresa. Todo lo que sucedió en el escenario se ajustó a un guión previo, salvo la gran sorpresa del momento tanguero. Por entonces, Jiménez bailó como un malevo y luego cantó acompañado por un trío liderado por el bandoneón del maestro Carlos Nieto, hasta que se le descolocó la cara cuando apareció Raúl Lavié, peso pesado del género ciudadano, de cuya presencia no estaba advertido. "Me agradezco a mí mismo de haberte conocido", le dijo Lavié.



Luego llegó "el momento Schiaretti" y más tarde, a modo de cierre, Jiménez cantó cinco de sus clásicos con su banda a pleno. Histórica noche de gala cuartetera en el Libertador. Vale insistir: cuenta saldada.